Policía Nacional

La mujer del policía que murió contagiado de Covid en la crisis migratoria de Canarias: “Pudo evitarse”

Antonio Jesús Martín es el único policía víctima mortal del coronavirus en comisión de servicio

“No es justo tener que pelear en los tribunales que Antonio haya muerto en acto de servicio”, explica Rocío, su viuda

Antonio Jesús Martín
Antonio falleció a los tres días de regresar de su misión en Canarias y tras dar un falso negativo en Covid.
Alfonso Egea
  • Alfonso Egea
  • Jefe de Investigación en OKDIARIO. Anteriormente fui responsable de la sección de Actualidad y Sucesos en Espejo Público, en Atresmedia. He publicado cuatro libros y actualmente colaboro en programas de televisión en Mediaset y en Telemadrid. Agradecido por tener el reconocimiento de la Policía Nacional de Madrid y la medalla al mérito de la Guardia Civil.

Rocío vive todavía en una especie de ensoñación en la que, de repente, un día, Antonio Jesús Martín, su marido, entra por la puerta de casa después de pasar dos semanas fuera con su otra familia, la Unidad de Intervención Policial de Málaga. Sin embargo, este policía de 51 años está muerto y nunca volverá a su casa con su mujer y sus dos hijos, de 15 y 20 años. Ahora Rocío rompe su silencio y lo hace por responsabilidad y por agradecimiento. “Con lo que están luchando sus compañeros para que se le reconozca que murió por su trabajo como policía lo menos que puedo hacer yo es atenderos a vosotros”. Rocío no quiere fotos, no quiere vídeos, pero durante espacio de una hora atiende a este periódico en una conversación interrumpida puntualmente por el llanto y por el silencio pese a los que deja claro lo que ella quiere decir: “La muerte de mi marido se podía haber evitado”. Antonio es el único policía muerto por Covid contagiado durante la comisión de un servicio.

“Antonio era extremadamente pulcro y cuidadoso con las medidas de higiene para evitar contagios de Covid. Llegó a enfadarse con un vecino que no se ponía mascarilla en el ascensor y siempre que podía pasaba por el polígono y traía geles y mascarillas para toda la familia”. Rocío habla de su marido con sincero cariño, se le nota, y además se enfada, de forma muy educada, eso sí, cuando recuerda que alguien coqueteó con la idea de culparlo de haberse contagiado. “Fue con la famosa foto de grupo en la que aparece brindando con una copa en la mano y con todos sus compañeros”. Rocío se refiere a la imagen que ilustró las primeras informaciones de la muerte de Antonio y recuerda muy enfadada que hubo quien le dijo que cómo no iba a contagiarse yendo con sus compañeros sin mascarilla. “La foto es de las Navidades de 2019”. Debate zanjado, quedaban tres meses para la declaración de la pandemia del Covid. Este asunto puede parecer menor, pero a esta mujer no le pueden decir que su marido policía ha muerto por no protegerse del Covid.

policía covid
Antonio, agente de 51 años, falleció días después de regresar de Canarias con sus compañeros. Esta imagen fue tomada tres meses antes de la pandemia.

“Antonio se marchó a Canarias como a cualquier otro servicio, pero al llegar todos se dieron cuenta de que aquello no era un destino cualquiera. Ellos hacían todo lo posible para protegerse de la enfermedad, pero estaban todos los días ayudando a las personas que llegaban en patera y lo mínimo hubiera sido que les hubieran facilitado los equipos de protección necesarios”. Rocío se refiere a diciembre de 2020, uno de los peores meses de la crisis migratoria sufrida en Canarias con llegadas mensuales de hasta 8.000 personas. OKDIARIO ya denunció la escasez de medios de protección policial en la crisis migratoria y las deficientes pruebas diagnósticas que estaba usando Interior para proteger a su Policía del Covid. Lamentablemente, la muerte de Antonio dio la razón a los que en el Cuerpo se temían que esos riesgos podían costarle caro a algún agente.

El falso negativo fue clave

“Cuando llegó a Canarias todo iba estupendo. Antonio era corredor y tenía muchas medallas. Varias de medias maratones. Estaba en forma, pero pasados unos días empezó a decirme que las guardias eran largas y que allí hacía mucha humedad. Parecía que se había enfriado. El 30 de diciembre regresó y le hicieron la prueba de antígenos. Dio negativo y llegó a casa. Estaba pachucho, pero con ese negativo pensábamos que podía ser un constipado. Si le hubieran hecho un PCR seguramente se podría haber hecho algo más por él”, lamenta Rocío.

El caso es que Antonio y su familia llegaron a Nochevieja con el cabeza de familia cansado, con algo de febrícula y dolor en las articulaciones. Se comió las uvas y a la cama. El día 1 no se podía levantar. Amaneció a la hora de comer y apenas probó bocado. Ese día Antonio quedó ingresado en urgencias, solo, aislado dentro de una pecera de cristal. Una placa de tórax y una prueba PCR contradecía el diagnóstico con el que se condujo durante las anteriores 72 horas el paciente. El agente de Policía tenía Covid.

“El día 4 de enero me llamaron del hospital a las 8 de la mañana. Tengo recuerdos confusos, pero juraría que me dijeron que estaba muy grave. Yo le dije al médico que dejara de hablar conmigo y que tratara de ayudarle”, recuerda Rocío. Al día siguiente esta mujer enterraba a su esposo en compañía de sus dos hijos y de cientos de compañeros que se cuadraron ante el féretro de su hermano de armas.

“Yo creo sinceramente que la muerte de Antonio se podía haber evitado. De lo que estoy segura para empezar es de que si no hubiera ido a Canarias no se habría contagiado. Pero para eso ya es tarde. Yo lo que pido ahora es que reconozcan que murió haciendo lo que amaba con locura que era su trabajo como policía y que cuiden más a sus compañeros, que los cuiden más que a mi marido”.

Rocío, entre tanto dolor, le da la razón a los argumentos de la Confederación Española de Policía, a la que pertenecía Antonio. Desde CEP, impulsores del procedimiento para reconocer la muerte en acto de servicio de su compañero y el otorgamiento de la medalla que se le ha negado, explican que a diferencia de otros agentes fallecidos por Covid la muerte de Antonio estuvo ligada a un servicio que él no se pudo oponer a realizar. Por triste que parezca hoy todo sería económicamente más fácil para la viuda y los huérfanos de Antonio si un delincuente le hubiera disparado hasta la muerte. Pero las balas que mataron a Antonio fueron invisibles y no es lo mismo culpar a un malvado que empuña un arma que reconocer una muerte por la evidente falta de protección de los policías que tanto se han jugado en esta pandemia.

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